Disfrutar como niños

Algunas cosas envidio a los críos pequeños, no todas, pero en estos tiempos de plomiza  incertidumbre, su despreocupación, su alegría instantánea, espontánea, ingrávida, su ilusión, las cambiaría por las llaves del coche. Por la bici no.

Creces, y al hacerlo dejas ahí abajo cosas que más te valdría conservar. De las cosas en que ya quisiera yo estar a la altura de un metro del suelo, tal vez la que más me sorprende es la soltura desacomplejada con que se relacionan con sus pares desconocidos. Con cuatro o cinco años, los sueltas en el parque de una ciudad, y en segundos están jugando con el que pase por allí. Ni siquiera necesitan hablar el mismo idioma, comparten otro lenguaje directo, que dice y escucha sólo emociones, que no construye otro mensaje que el propio disfrute. En mi adolescente adolescencia esta habilidad más de un cubata me hubiera evitado en las confusas noches de cortejo desnortado.

En fin, viene todo esto a que el sábado tuvimos la segunda salida lúdico endurera de Morella Singletracks, y a ella acudieron algunos bikers a quienes no había visto en mi vida, ni yo ni los otros naturales que acudimos. Gente de lugares diferentes, muy distantes en varios casos, con quienes espero volver a coincidir. Aún sin recordar siquiera nuestros nombres, en cuatro pedaladas compartíamos la ruta con una intensidad tal cómo si lleváramos vividas decenas de rutas, centenares de kilómetros de mtb enduro, de puro BTT-disfrute.

Buena gente, claro que si, quizá haya más buena gente de la que nos parece, quizá nuestra abierta predisposición a simplemente disfrutar, haga a la gente buena a nuestros ojos. ¿Tanta fuerza tiene la mirada que cambia a la gente? Me parece que hay más malas miradas que mala gente, me parece que el mtb enduro es una buena manera de ver las cosas y a las gentes, de disfrutar como niños.

(Primera entrega de las fotos de la salida)